Publicado el 5 de abr, 2024

La lucha contra el acoso de los "Guerreros de Quinta Normal"

En el corazón de Quinta Normal, una familia ha tejido una red de resistencia contra el acoso escolar a través del arte del karate de contacto. Eric Rodríguez Piña, el Renshi del Dojo "Los Guerreros de Quinta Normal", ha dedicado décadas a esta disciplina desde que, a la corta edad de 4 años, descubrió su pasión a través de su tío en Melipilla. Ahora, a sus 49 años, su compromiso con el karate va más allá de la mera práctica deportiva.

La motivación para expandir su influencia hacia la comunidad surgió cuando uno de sus hijos enfrentó el acoso escolar. Con determinación, Eric decidió tomar cartas en el asunto, llevando a sus hijos a practicar taekwondo con un amigo de la familia. Trágicamente, la muerte de este amigo dejó a su hijo y otros alumnos sin guía. Fue entonces cuando la idea de establecer su propia academia de karate cobró vida.

"Fue una idea que nace de mi hijo mayor y mi señora, como yo tenía el conocimiento, tenía el grado y tenía la expertiz, decidimos abrir una academia de karate. Recurrimos a una organización que nos albergó y patrocinó para realizar clases, pedimos las autorizaciones en el municipio y comenzamos este hermoso proyecto", comenta Eric.

El Dojo "Los Guerreros de Quinta Normal" comenzó con solo 2 estudiantes, pero la visión de la familia Rodríguez trascendió las fronteras de lo personal. Hoy, con más de 60 alumnos de diversas edades y orígenes, Eric y sus hijos difunden una filosofía inclusiva y de vida a través del karate. No importa el estrato social, la raza o las diferencias individuales, en este espacio todos son bienvenidos y valorados.

"Nuestra academia es inclusiva. Aquí no se hace distinción si es niña, niño o transgénero. Tenemos alumnos que a lo mejor les cuesta un poco más, pero son más ordenados. Tenemos alumnos con TEA, con déficit atencional, por eso, con mucha fuerza yo puedo decir que, en Quinta Normal, a través del karate, los niños le hacen frente al bullying", afirma Eric.

Bajo esta línea, la igualdad de género es un principio fundamental. Aquí, hombres y mujeres son tratados de manera equitativa, lo que ha llevado a un empoderamiento notable entre las mujeres y niñas que forman parte de la comunidad.

"Contamos con campeonas intercomunales e interregionales que compiten codo a codo con sus compañeros varones. En este espacio, se enseña que la mujer merece respeto y tiene tanto derecho como cualquier otro a aprender defensa personal. Se les provee de las herramientas y habilidades necesarias para defenderse, destacarse y valorarse en cualquier situación", enfatiza Eric.

Este enfoque inclusivo no solo fortalece a las participantes individualmente, sino que también enriquece la comunidad en su conjunto, promoviendo la igualdad de género y el respeto mutuo.

CAMPEONES NACIONALES CONTRA EL ACOSO ESCOLAR

Los hijos de Eric no solo son pilares fundamentales en el Dojo, sino que también son ejemplos vivientes de cómo el karate puede transformar vidas. Desde una edad temprana, han estado inmersos en el mundo de las artes marciales, gracias a la visión de su padre, quien inició este viaje para ayudarles a enfrentar el acoso escolar que estaban experimentando. Lo que comenzó como una forma de defensa personal se convirtió en una pasión compartida que los llevó a alcanzar logros impresionantes.

Su hijo menor, Álvaro Joaquín Rodríguez Bustos, ha demostrado un talento innato en el karate, acumulando un impresionante récord de títulos como campeón panamericano, sudamericano y nacional en múltiples ocasiones. Su destreza en el tatami no solo lo ha llevado a la cima de la competición, sino que también lo ha convertido en un modelo a seguir para otros jóvenes aspirantes a karatecas.

Por otro lado, su hijo mayor, Erick Alejandro Rodríguez Bustos, ha seguido un camino diferente pero igualmente admirable. Como oficial de Carabineros, ha encontrado en el karate una herramienta invaluable para su desarrollo personal y su servicio a la comunidad. Su entrenamiento en el Dojo no solo ha mejorado su disciplina y habilidades físicas, sino que también ha fortalecido su capacidad para abordar los desafíos que enfrenta en su labor policial.

Juntos, los hijos de Eric han alcanzado el éxito en el tatami y en sus respectivas carreras y también han encontrado una forma de retribuir a la comunidad que los apoyó en su camino. Como campeones nacionales, no solo enseñan técnicas de karate, sino que también transmiten lecciones de resiliencia, autoconfianza y empatía a través de su ejemplo de vida. Su legado va más allá de las medallas y los títulos; es un testimonio de cómo el karate puede ser una fuerza transformadora para aquellos que lo abrazan con dedicación y pasión.