Publicado el 28 de mar, 2024

“Queríamos hacer bebidas para acompañar instancias distintas’’ La historia de Quimera, la primera fábrica de cervezas de Quinta Normal

En un viaje a Argentina durante el año 2002, Andrés Martínez, al ver el incipiente negocio de las cervezas artesanales en el país trasandino decidió incursionar en la importación de este producto. Con la compleja situación económica que se atravesaba al otro lado de la cordillera, optó por crear su propia marca. “Si la pueden hacer los argentinos, ¿Por qué no la puedo hacer yo? Fue el pensamiento que impulsó la creación de Quimera, la primera cerveza fabricada en Quinta Normal.



¿Cómo fue el inicio de
la creación de la marca Quimera?

-Tras interesarme en el negocio, me fui a hacer unos cursos de cervecería a Córdoba, Argentina. Ahí partí haciendo unos cursos, me vine devuelta, y estuve tres años haciendo cervezas en mi casa todos los domingos (…) hasta que nos hicimos los valientes y nos tiramos a la piscina con la cervecería.

¿Dónde empezó su primera fábrica?

-Aquí mismo, en Quinta Normal (Alcérreca #1576) nosotros teníamos esta propiedad, la usábamos para el trabajo que teníamos antes, que era distribución de material de construcción y ferretería. Usamos esta pequeña bodega primero, nos acomodamos y armamos la cervecería, siempre pensando en Quinta Normal, porque somos de acá, hemos trabajado toda la vida acá, yo llevo 25 años trabajando en la misma dirección.

¿Cómo fue la evolución de la marca?

-Superlento, cuando partimos no había un mercado de la cerveza artesanal, había que llegar a los locales, a los clientes y había que explicarles un poco todo. El trabajo siempre fue de comunicar y enseñar, sobre todo que el alcohol se puede disfrutar de otra manera, queríamos hacer bebidas para acompañar instancias distintas y ocasiones de consumo distintas.

El negocio se expandió más allá de tener una fábrica, ya que aquí también se ofrecen diferentes tipos de comida para degustar.

¿Qué puedes contarnos sobre eso?

-Cuando partimos trabajábamos a puerta cerrada, no había nada afuera, era una bodega solamente, hasta que de repente empezaron a llegar los vecinos a preguntar si hacíamos cerveza, si se podía probar. Nuestra patente, que es de bodega elaboradora nos permite tener una sala de ventas, un ejemplo que vimos es lo que hacen las viñas, que tienen su bodega elaboradora y además tienen un restaurant, una sala de eventos y aprender un poco sobre lo que hacen.

¿Vieron potencial en el barrio?

-Si, dijimos: acá hay algo que se puede hacer y además estamos en un lugar privilegiado en ese aspecto, siempre nos llamó la atención la cercanía con el Parque Quinta Normal, la Casona Dubois, el Parque Fluvial (Actualmente de la familia) siempre pensamos que este es un lugar en Santiago bien único, y ser parte de un circuito era lo que queríamos hacer. Creemos que este siempre ha sido un lugar con mucho potencial turístico, de hecho, estamos inscritos y trabajamos con el Servicio Nacional de Turismo. (…) Este lugar tiene un potencial monstruoso en términos de turismo.